Es evidente que nuestra sociedad está en continuo cambio y por tanto la educación no puede, no debe quedarse anclada en el pasado. Debemos andar con ella para poder dar una correcta respuesta a las demandas de la sociedad actual y no quedarnos en  otra ya pasada.
Es habitual encontrarse en los centros educativos profesores y maestros que enseñan como le enseñaron a él y no como se supone que han sido formados.
Vemos que este profesor tradicional está cada vez más solo y la mayoría tienden a reciclarse pero aún existen y todos sabemos que es así.
Desde la dirección de los centros debemos hacer un esfuerzo por propiciar la innovación educativa en las aulas, debemos ser conscientes que solo con nuestro empuje y un buen equipo detrás podremos dar un paso adelante y ponernos al compás del paso de la sociedad ayudando a formar individuos creativos y emprendedores que fomenten en el futuro una sociedad libre , tolerante y de paz.
En el estudio que hace Quintina Martín Moreno sobre los centros educativos versátiles habla de como muchísimos centros siguen trabajando según la teoría de Taylor que giraba en dos principios básicos:
1- la división del trabajo entradas especializadas, mecánicas y relativamente sencillas.
2-La ordenación de esas tareas en una cadena de montaje.
Quintina va describiendo como es un centro educativo de influencia Taylorista, uniformidad en el programa de estudios, metodología dirigida a la enseñanza colectiva, agrupamientos rígidos del alumnado, aislamiento del profesor, escasez de recursos materiales de aprendizaje, uniformidad del diseño espacial, uniformidad de la temporalización, controles de evaluación discontinuos, disciplina formal, dirección unipersonal e insuficientes relaciones con su entorno… os suena? pues sí , hoy en día sigue siendo la estructura inamovible de la mayoría de los centros educativos y es que hemos avanzado mucho en la teoría pero muy poco en la práctica.
Es fundamental por tanto que desde las direcciones de los centros se apueste por la innovación como llave que abra la puerta a otra escuela, una escuela personalizada, creativa, cualitativa, emocional, no cuantitativa y que sea ante todo RESPETUOSA con los tiempos de nuestros alumnos y alumnas.
El día que demos ese paso , ese día empezaremos a caminar, más allá de la falta de recursos, más allá de los cambios legislativos y más allá de todas esas cosas que nos encarcelan la voluntad y no nos dejan imaginar. Y es que el día en el que el maestro dejó de imaginar, la escuela se convirtió en un espacio muy triste.
Espacios donde se crean situaciones competitivas por calificaciones absurdas, espacios donde se destruye la autoestima de niños , niños muy pequeños todavía que no tienen herramientas para que no les afecte, niños que lloran porque un siete es una mala nota, niños que después de 6 o 7 horas en el centro y menores de 9 años deben seguir haciendo tareas escolares en casa, niños con 6 , 7 años ya en academias de refuerzo, niños con 11 y 12 años que generan violencia porque nadie les enseñó a canalizarla, maestros que confunden el respeto con la disciplina , centros donde el castigo sigue siendo el único recurso para transformar conductas… ¿En qué momento nos perdimos? ¿cuándo dejamos de luchar? La reflexión debe  ser una tarea obligatoria para todo docente y si es preciso se cambia la metodología , porque nunca es tarde para aprender, porque nunca es tarde para cambiar, porque nunca es tarde para empezar y simplemente volar…
No puedo dejar de mencionar a esos centros ( cada vez más, casi todos públicos) que han empezado a  re dirigir su mirada , que han dejado de endurecer su voluntad y su ímpetu y han empezado a fijarse en lo importante, escuelas esas,  de muchos colores donde conviven cada día muchos niños y niñas FELICES.
Matilde López

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